ELISKA
ELISKA L.G.
P R E S E N T E


Muy querido amigo SOS:

Me dirijo a ti en esta época tan especial y propicia para la reflexión.

Hace unos días, el 19 de diciembre, Fernando hubiera cumplido 15 años de edad. Durante el día pasaron miles de pensamientos y reflexiones por mi mente: muchos recuerdos de mi hijo; de cuando salíamos juntos; de cuando platicábamos o cuando lo escuchaba contarme sus sueños y planes. No cabe duda que el simple hecho de observarlo y escucharlo me producía una satisfacción enorme. Fueron grandes momentos los que él me dio.

Fernando, como otros miles de jóvenes en México, estaba lleno de ilusiones, planes y aspiraciones. A su corta edad, ya se preparaba para ser un hombre de provecho, lo cual me causaba una gran ilusión. Era como estar viendo día a día una película cuyo final quizá no me tocaría ver; sin embargo, parecía lo más seguro que me tocaría gozar de la mejor parte de su vida y de los mejores momentos de su historia. Lo más seguro era que mi hijo pudiera vivir el ocaso de mi existencia; así era la ley natural y a él le tocaría llorar ante mi tumba.

Ante esta reflexión, de pronto vuelve a mí la indignación de haber sufrido en carne propia el estar en manos de un puñado de personas que han decidido usar a nuestros seres más queridos como moneda de cambio que escondidos cobardemente tras un teléfono, lucran con nuestro dolor. Qué seres tan degradados e insensibles, que en el transcurso de sus negociaciones se dejan llevar por sus más bajas pasiones y los defectos intrínsecos de su ser para lastimar, atemorizar y hacer quién sabe qué otras cosas contra sus indefensas víctimas.

Luego de un largo proceso de terror, abuso y maldad, cobran cuantiosos rescates y “viene lo peor de todo” , deciden sobre la vida de sus víctimas inocentes que ya han sido maltratadas física o psicológicamente. Se erigen en jueces divinos y aprueban o desaprueban la negociación a capricho; la miden de acuerdo con sus cánones de falsa hombría y deciden sin piedad quitarle la vida a aquel ser lleno de ilusiones, cuya única culpa fue haber pasado por una calle en donde éstos engendros se postraron en un retén para levantar en sus camionetas la caza del día. Así de sencillo y así de increíble… pero real.

¡Así son de bellas las mentes de nuestros hijos, así es de riesgoso el país en donde los educamos!

Sirvan los momentos de reflexión que estas épocas nos dan, para renovar nuestra energía de espíritu; para reafirmar nuestro deseo y nuestra voluntad para que México sea el país que queremos. Luchar para que estén tras las rejas individuos perniciosos que buscan enriquecerse de la forma más vil y cobarde.

Si nos lo proponemos, será posible que vivamos en un país donde imperen la legalidad y el trabajo honrado.

Que vivamos en un país donde el corrupto sea señalado por la sociedad y disgregado.

Que los que procuran la justicia, jueces, ministerios públicos, y policías puedan vivir dignamente de su sueldo y profesión sin ensuciar sus manos con el dinero fácil que los corrompe.
Es difícil, sí, pero no imposible.

Espero sinceramente que cada Navidad nos dé calma y renovada fortaleza; que nos permita reconfirmar nuestra convicción de que sólo unidos, fuertes y firmes en nuestra demanda ciudadana, haremos que la seguridad sea una realidad cotidiana para todos. Sólo así , algún día tendremos el México que queremos.

Te deseo lo mejor para esta Navidad y un 2009 lleno de felicidad, salud y seguridad para ti y tu familia.

Con afecto,
Alejandro Martí